Jano

Jano era considerado por los romanos el dios de los inicios, de las entradas, de las puertas y de los arcos. Siempre se le representaba como una figura con dos caras mirando hacia lados opuestos. Su origen no fue divino ya que entrará en el mito como rey humano. Una vez conseguida la divinidad contará con su propio templo, el de la Paz, que tenía una particularidad:permanecía abierto en tiempos de guerra y cerrado en tiempos de paz El mes de enero se dedicó a él e incluso lleva su nombre, pues se trata de la época en la que se mira hacia el nuevo año mientras aún se recuerda el anterior.
En realidad, Jano no es un dios demasiado importante en la mitología, pero gracias a los ojos en la parte posterior de su cabeza pudo derrotar a la ninfa Camese, que tenía por costumbre atraer a los posibles amantes a una cueva diciéndoles que enseguida estaría con ellos huyendo al instante. Jano no cayó en esta argucia.

Jano fue una de las primeras deidades romanas y hay quien lo relaciona con el dios etrusco Culcans. La mitología cuenta con dos mitos relacionados con él y en ambos, a diferencia de otros dioses romanos y griegos, hacen referencia a que Jano puede haber vivido realmente.

Jano

Mitos

En la mitología romana, nos encontramos con varios mitos sobre él:

En el primer mito, gobernó junto a un antiguo rey romano llamado Camesus. Después del exilio de Jano desde Tesalia (una provincia en el norte de Grecia), (otras historias indican que su origen era ateniense), llegó a Roma con su esposa la ninfa Camese (también hay confusión en este hecho ya que otras fuentes lo unen a Giuturna) o Camasnea con quien tuvo numerosos hijos, siendo el más notable Tiberinus (dios del Tíber). Una vez allí,construyó una ciudad en la orilla oeste del Tíber llamada Janículo. Tras la muerte de Camesus, gobernó el Lacio pacíficamente durante muchos años. Cuenta el mito que acogió a Saturno cuando el dios fue expulsado por su hijo Zeus. En agradecimiento a esta acogida el dios Saturno le concedió el poder de ver el pasado y el futuro. No será hasta después de su propia muerte cuando Jano fue divinizado. Lo cual hizo Numa Pompilio antes de su muerte en 673 a. C.

El segundo mito lo sitúa en la época de Rómulo, el fundador de Roma. Tras el rapto de las Sabinas, Roma fue atacada. Mientras el enemigo, liderado por Titus Tatius, escalaba las murallas de la ciudad, Jano lanzó o hizo surgir un poderoso chorro de agua caliente, obligándoles a retirarse. Para celebrar este hecho, las puertas del Templo de Jano en el Foro siempre se dejan abiertas para que pueda ayudar a los soldados romanos en tiempo de guerra. Supuestamente, Rómulo establecería en agradecimiento un culto en honor a Jano.

Jano en la mitología romana

Para todos los romanos, era el dios de los comienzos y los fines, presidiendo todas las entradas y salidas, y porque cada puerta y pasaje mira en dos direcciones, Jano era visto como un ser de dos caras o el dios que miraba en ambos sentidos. Él era el dios portero; sus símbolos eran el bastón de un porteador o virga y un juego de llaves.

Tal fue la importancia de Jano en la cultura romana que el propio Julio César, quien en el año 47 a. C. decidió reformar el calendario y decide consagrar a Jano el primer mes del año. Así en el calendario Juliano, el primer mes recibió el nombre de Januarius. Se convertía en el dios padre del año nuevo al expulsar del presente al anterior año.

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